REBOLLEDO
Paisaje y naturaleza
La mirada abarca una amplia zona desde Rebolledo, por los prados y colinas de Valdeolea y de Valdeprado que permiten hacernos una idea de por qué los antiguos cántabros u los romanos eligieron la cumbre y la falda del monte Ornedo o Santa Marina (en cuyo costado se asienta Rebolledo) para el establecimiento de primitivos núcleos de población.
Patrimonio histórico
Rebolledo es una pequeña aldea que mantiene muchos lazos de unión con Camesa, de quien apenas separan trescientos o cuatrocientos metros. Como en aquel caso, los descubrimientos de época romana son la aportación más valiosa al patrimonio histórico-artístico de la región. Existe, una relación directa entre los yacimientos de La Cueva de Camesa y del Conventón de Rebolledo que puede no ser extendida en su totalidad al ser analizados cada unos de ellos en lugar distinto. Recomendamos, en cualquier caso, una lectura seguida de los dos, para mejor comprensión del conjunto.
A medio camino entre Mataporquera y Rebolledo, justo antes de llegar al cruce de carreteras que lleva a Camesa, existe una estructura a modo de nave cubierta con uralita que cobija al yacimiento arqueológico del Conventón. Se descubrió en el año 1980 y desde entonces se excavó en distintas campañas a lo largo de la década. En el yacimiento se distinguen dos sustratos culturales o épocas de ocupación: una romana (siglos I al III) y otra medieval (siglos VII al XIII). De la época romana se desenterraron los cimientos de un edificio noble, posiblemente una “villa” con ocho dependencias cimentadas en tres noveles distintos que se adaptaban a las inclinaciones del terreno. Las cuatro más bajas, sin duda las más llamativas por la altura de los muros conservados y por la planta circular y absidial de dos de ellas, pudieron ser las dependencias de unos baños termales. Separando la parte alta y la baja de la villa romana se identifica claramente la estructura de un pasillo que estuvo decorado con pinturas murales de motivos naturalistas. De este primer sustrato salieron objetos de distinta naturaleza, desde monedas a cerámica. Separando la parte alta y la baja de la villa romana se identifica claramente la estructura de un pasillo que estuvo decorado con pinturas murales de motivos naturalistas. De este primer sustrato salieron objetos de distinta naturaleza, desde monedas, a cerámica de lujo (terra sigillata) o un miliario del emperador Quinto Trajano Decio (249-251 d.C.), traído aquí seguramente desde la calzada Pisoraca-Portus Blendium que pasaba muy cercana.
En la época visigoda, hacia el siglo VII, se patentiza una nueva ocupación del yacimiento del que nos ha quedado una necrópolis de inhumación de tumbas muy toscas, la mayor parte de ellas excavadas en entre los recovecos de las cimentaciones romanas. Con posterioridad, ya en época de Repoblación (siglos IX o X) y durante más de tres siglos, se establece un nuevo grupo de población del que dan fe nuevas tumbas, esta vez de lajas, en torno a una pequeña iglesia con cabecera recta de la que quedan los cimientos.
El yacimiento del “Conventón” mantiene las puertas abiertas, por lo que se pueden visitar en cualquier momento.
