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MONTESCLAROS

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Los orígenes del Santuario de Nuestra Señora de Montesclaros son oscuros. Lo más probable es que surgiera a partir de la pequeña capilla semirupestre que existe en lo más profundo de las dependencias del santuario, que pudo ser excavado en tiempos de la Repoblación como pequeña iglesia o lauda anacorética similar a las que encontramos en el conjunto construcciones rupestres de Valderredible. En esta pequeña dependencia se piensa que se ocultó una imagen de la virgen, junto a otras reliquias de distintos santos, por parte de un grupo de cristianos que venía huyendo de la morisca tras la batalla de Alarcos (año 1195).

A principios del siglo XIII se descubren estos restos e inmediatamente después se levanta en el lugar una primera ermita, modificada y ampliada en distintas ocasiones hasta el siglo XVI.

La imaginación popular creó la leyenda del descubrimiento de la Virgen de Montesclaros por un pastor al que llamaba la atención que uno de los toros del rebaño que cuidaba se separase todos los días de los demás animales, hasta que, siguiéndole un día, le descubre arrodillado frente a una cueva donde estaba la Virgen con el Niño.

Comunica la noticia a sus vecinos que, tras diversos intentos de guardar la imagen en las tres iglesias de Los Carabeos, (de donde desaparecería sucesivamente para volver de nuevo a la cueva en la que se arrodillaba el toro), deciden levantar una ermita para cobijo de la imagen y protección de los ermitaños.

Estas  antiguas dependencias fueron excavadas en 1966 dejando al descubierto la primitiva cueva, así como distintas capillas y dependencias del primer santuario de donde han salido piezas artísticas de valor como un cancel de altar de raigambre visigoda o distintos sarcófagos con tapa decorada, difíciles de datar cronológicamente.

Desde un principio el Santuario gozó de gran fama hasta el punto de contar con patronazgo real desde el año 1217 de manos de Fernando III.

En 1686, según real Cédula de 18 de Julio firmada por Carlos II, se dispuso que los dominicos pasaran a hacerse cargo del Santuario. Pocos años antes, en 1677, el Corregidor de Reinosa había mandado la reconstrucción del santuario ya que había sido muy castigado por diversos incendios a lo largo del siglo XVII. A finales de ese siglo y a principios del XVIII, se construye la hospedería para visita de los numerosos peregrinos que acuden en número cada vez mayor. Con fecha 1 de Abril de 1721, los componentes de las distintas hermandades votaron unánimemente a la Virgen de Montesclaros Patrona de la Merindad de Campoo, con fiesta a celebrar el día 8 de Septiembre.

 

El siglo XIX fue nefasto para el Santuario. Primero por el saqueo de la Francesada en 1808. Después por la supresión del convento en 1821, según la política de secularización de la legislación de las Cortes de Cádiz que supone, ya en 1834, la exclaustración definitiva del monasterio.

 

En 1844 salieron a subasta las posesiones del santuario. Por el pujó fuertemente la propia Merindad de Campoo que lo adquirió en 105.000 pesetas, cifra elevadísima para la época. En 1880 regresan los dominicos al Santuario mediante un simbólico contrato con la Merindad de una peseta anual en pago de renta y una misa todos los días 8 de diciembre, fecha que desde entonces recibe el popular nombre del sermón de la peseta. El monasterio conoce un renacimiento de lo que es prueba la ampliación de la hospedería, la construcción de elementos nuevos tan simbólicos como la monumental escalera de piedra (año 1884), o el nuevo retablo mayor de la iglesia (año 1892).

 

Desde el punto de vista artístico, aparte de las dependencias medievales en tono a la cueva originaria, destaca la iglesia del Santuario realizada en los siglos XVII y XVIII. Consta de una sola nave con capillas laterales comunicadas por estrecho corredor bajo los contrafuertes.

 

Las cubiertas de los tres tramos que tiene la nave son de cúpulas sobre pechinas decoradas con motivos clásicos en forma de venera en el tramo del altar. En el exterior destacan las dos portadas de acceso. Es más clásica la del frente de los pies, con remate en frontón partido sobre entablamento dórico apoyado en pilastras cajeadas, que sirven de enmarque a la portada y a una hornacina con escultura de Virgen con Niño. La meridional parece algo posterior. Es más pequeña aunque más fino el trabajo de cantería del entramado arquitectónico. También hay hornacina en el remate superior con escultura de Santo Domingo.

En cuanto a la imagen de la Virgen que actualmente se venera, puede ser del siglo XIV, muy reformada en distintas ocasiones con repintes excesivos, añadidos de las coronas y del cetro de la Madre e, incluso, mutilación de las manos del Niño para conseguir “vestir” a la imagen.